CAPITULO 1
"Seré goleador"
Lo primero que atajaron las pequeñas manos de José Luis Félix fueron las ubres saturadas de tres vacas escuálidas. Tenía cinco años, tres hermanos y dos responsabilidades: ordeñar la hacienda y vender la leche entre los vecinos de Ñu Guazú, un barrio austero de Luque, a ocho kilómetros de Asunción. Catalino, su padre, se ganaba el jornal como empleado público en una empresa estatal. Y mamá Nicolasa administraba la economía cotidiana.
José Luis Félix Chilavert González nació el 27 de julio de 1965, bajo el signo de Leo, que simboliza la energía, el orgullo y la vanidad, pero también la creatividad y la generosidad. Los Leos, dicen los astrólogos, son líderes y ganadores.
Inicio de los años 70.
Épocas de duchas a los baldazos con el agua helada de la cisterna. Días de miradas atónitas delante del televisor blanco y negro de la despensa. Noches para soñar que carroza y calabaza no son cuento, que los arcos del barrio Tacuará son metal blanco y estadio lleno, ovación y sustento. Que al mundo, como a una pelota, se la puede tener en una mano...
Cuando cumplía sus obligaciones en la hacienda y en el colegio, José corría hacía la canchita de barrio. "Seré un gran goleador cuando sea grande", repetía, pero su hermano Julio César lo relegó al arco, ya que él era más pequeño que los demás.
Pero igual quería meter goles como su padre, quien había sido atacante en un equipo de segunda división. Julio César, su hermano mayor, también actuó en ese equipo; Ronaldo, otro hermano, jugó en la selección de Paraguay.
A regañadientes se cuadró bajo los tres palos y ante el asombro de sus hermanos y amigos, de mostraba ser un gran portero, pero cuando el resultado ya resultaba holgado a favor de su equipo, pedía la oportunidad para dejar el arco y ocupar un puesto en la delantera. Su objetivo era siempre hacer goles.
Primeros clubes
Ante la recomendación de sus compañeros, se fue a jugar en divisiones inferiores del club Sportivo Luqueño, equipo azul-dorado del Cure Luque que ha sido la vestimenta de varios grandes del fútbol paraguayo, incluyendo al famoso Julio César Romero, figura de la selección en el Mundial México '86.
Frisaba los 19 años y no tenía claro si quería seguir atajando o seguir los estudios de contabilidad mercantil en la universidad. Estaba todavía en esa encrucijada, cuando recibió la oferta del club Guaraní, nueve veces campeón nacional. Allí descubrió que su verdadera vocación estaba en las canchas de fútbol.
En 1984 fue campeón por primera vez con el club Guaraní. En una campaña inolvidable, "Chila" se convirtió en héroe para los "Legendarios", y se ganó el respeto de los hinchas y del técnico Cayetano Re, quien un año más tarde dirigió a la selección paraguaya en el Mundial de México 1986.
Fiera de "cuervos"
Del Guaraní pasó al San Lorenzo de Almagro de Argentina en 1985. Llegó con fama de buen arquero, donde el dueño del arco del ciclón era el experimentado Cousillas.
Un día, en una práctica, el técnico Milutinovic invitó al portero paraguayo a ejercitarse con la pelota. Le pidió que derribe una botella de gaseosa con un tiro libre.... y lo logró! Chilavert cada día afinaba más y más su técnica de remates con pierna izquierda... y, por cierto, también para atajar con firmeza.
Brutal codazo
En 1986 era el número "1" del San Lorenzo, y quería imponerse a como dé lugar. No quería que nadie pise su terreno. Su agresividad ya empezaba a asomar. Una de sus primeras víctimas fue el Franco Navarro, el Peruano, goleador de Independiente, quien recibió un brutal codazo al ir a buscar un balón aéreo. El impacto le ocasionó fractura de huesos propios de la nariz, de malar y de la base orbitaria del ojo derecho al "9" que estuvo 3 meses sin jugar.
Con figuras de la talla de Malvarez, Sivinsky, Madelón y Blas Giunta, con el irascible Chilavert como dueño de la portería, el equipo "cuervo" se ganó el respeto de los rivales, pero no logró títulos.
Tras atajar en 122 ocasiones, sintió que su ciclo en San Lorenzo había terminado. El portero quería más. Y en 1988 llegó a River Plate. Hizo 22 días de pretemporada, pero se frustró el pase. Chilavert explica que el entrenador César Menotti le bajó el pulgar porque tenía todo arreglado para que Passet y Comizzo sean los arqueros de la temporada.
Lo primero que atajaron las pequeñas manos de José Luis Félix fueron las ubres saturadas de tres vacas escuálidas. Tenía cinco años, tres hermanos y dos responsabilidades: ordeñar la hacienda y vender la leche entre los vecinos de Ñu Guazú, un barrio austero de Luque, a ocho kilómetros de Asunción. Catalino, su padre, se ganaba el jornal como empleado público en una empresa estatal. Y mamá Nicolasa administraba la economía cotidiana.
José Luis Félix Chilavert González nació el 27 de julio de 1965, bajo el signo de Leo, que simboliza la energía, el orgullo y la vanidad, pero también la creatividad y la generosidad. Los Leos, dicen los astrólogos, son líderes y ganadores.
Inicio de los años 70.
Épocas de duchas a los baldazos con el agua helada de la cisterna. Días de miradas atónitas delante del televisor blanco y negro de la despensa. Noches para soñar que carroza y calabaza no son cuento, que los arcos del barrio Tacuará son metal blanco y estadio lleno, ovación y sustento. Que al mundo, como a una pelota, se la puede tener en una mano...
Cuando cumplía sus obligaciones en la hacienda y en el colegio, José corría hacía la canchita de barrio. "Seré un gran goleador cuando sea grande", repetía, pero su hermano Julio César lo relegó al arco, ya que él era más pequeño que los demás.
Pero igual quería meter goles como su padre, quien había sido atacante en un equipo de segunda división. Julio César, su hermano mayor, también actuó en ese equipo; Ronaldo, otro hermano, jugó en la selección de Paraguay.
A regañadientes se cuadró bajo los tres palos y ante el asombro de sus hermanos y amigos, de mostraba ser un gran portero, pero cuando el resultado ya resultaba holgado a favor de su equipo, pedía la oportunidad para dejar el arco y ocupar un puesto en la delantera. Su objetivo era siempre hacer goles.
Primeros clubes
Ante la recomendación de sus compañeros, se fue a jugar en divisiones inferiores del club Sportivo Luqueño, equipo azul-dorado del Cure Luque que ha sido la vestimenta de varios grandes del fútbol paraguayo, incluyendo al famoso Julio César Romero, figura de la selección en el Mundial México '86.
Frisaba los 19 años y no tenía claro si quería seguir atajando o seguir los estudios de contabilidad mercantil en la universidad. Estaba todavía en esa encrucijada, cuando recibió la oferta del club Guaraní, nueve veces campeón nacional. Allí descubrió que su verdadera vocación estaba en las canchas de fútbol.
En 1984 fue campeón por primera vez con el club Guaraní. En una campaña inolvidable, "Chila" se convirtió en héroe para los "Legendarios", y se ganó el respeto de los hinchas y del técnico Cayetano Re, quien un año más tarde dirigió a la selección paraguaya en el Mundial de México 1986.
Fiera de "cuervos"
Del Guaraní pasó al San Lorenzo de Almagro de Argentina en 1985. Llegó con fama de buen arquero, donde el dueño del arco del ciclón era el experimentado Cousillas.
Un día, en una práctica, el técnico Milutinovic invitó al portero paraguayo a ejercitarse con la pelota. Le pidió que derribe una botella de gaseosa con un tiro libre.... y lo logró! Chilavert cada día afinaba más y más su técnica de remates con pierna izquierda... y, por cierto, también para atajar con firmeza.
Brutal codazo
En 1986 era el número "1" del San Lorenzo, y quería imponerse a como dé lugar. No quería que nadie pise su terreno. Su agresividad ya empezaba a asomar. Una de sus primeras víctimas fue el Franco Navarro, el Peruano, goleador de Independiente, quien recibió un brutal codazo al ir a buscar un balón aéreo. El impacto le ocasionó fractura de huesos propios de la nariz, de malar y de la base orbitaria del ojo derecho al "9" que estuvo 3 meses sin jugar.
Con figuras de la talla de Malvarez, Sivinsky, Madelón y Blas Giunta, con el irascible Chilavert como dueño de la portería, el equipo "cuervo" se ganó el respeto de los rivales, pero no logró títulos.
Tras atajar en 122 ocasiones, sintió que su ciclo en San Lorenzo había terminado. El portero quería más. Y en 1988 llegó a River Plate. Hizo 22 días de pretemporada, pero se frustró el pase. Chilavert explica que el entrenador César Menotti le bajó el pulgar porque tenía todo arreglado para que Passet y Comizzo sean los arqueros de la temporada.