CAPITULO 2
Rey de copas
No hay mal que por bien no venga, pensó Chilavert. Se cayó lo de River, pero llegó la oferta del Real Zaragoza de España a mediados de 1988. La ilusión de llegar a Europa pronto se le cumplía, pero no todo fue color de rosa.
En el equipo "maño" jugó 79 partidos, pero nunca pudo adaptarse. Al no tener cabida en el equipo debió retornar. Vélez Sarsfield lo esperaba con los brazos abiertos.
Los que pensaron ver a un Chilavert derrumbado se equivocaron. Retorno a Buenos Aires en 1991 y dijo resuelto: "Vengo a salir campeón con Vélez".
Fue la primera vez que al paraguayo le dijeron "bocón". Y es que habían pasado tantos años desde ese único título de Vélez, en 1968, tantos técnicos, tantos jugadores y tantos dirigentes...
Ese año, además, atajó en la selección de su país en la Copa América de Chile y fue eliminado por Argentina en semifinales.
En 1992, bajo la conducción técnica de Eduardo Manera, fue subcampeón del torneo Clausura y se consagró campeón de la liguilla pre-Libertadores, pero luego el sueño de jugar la Copa Libertadores se vio frustrado al perder 1-0 con Newell's.
Con la llegada de Carlos Bianchi, en 1993, Vélez ganó una seguidilla de títulos donde Chilavert fue una de las principales figuras, no sólo por sus atajadas decisivas, sino también por sus goles.
A partir de Chilavert, Bianchi armó una fuerte escuadra, con figuras de la talla de Trotta, Zandoná, Pellegrini, Bassedas, "Turco" Assad, José Basualdo, Husain y Posse. Toda la sabiduría del "Virrey" se puso de manifiesto en aquel equipo. Quería guerreros incansables y la mística empezaba desde el arco, donde el número uno empujaba a su equipo hacia el otro extremo.
En Vélez, convirtió su primer gol en agosto de 1993, de penal, a Estudiantes. Y su primera anotación de tiro libre ocurrió en febrero del '94. Faltaba un minuto para que acabe el cotejo ante Deportivo Español. Todo estaba 0-0. De pronto, falta cerca del área rival. Chilavert corre de arco a arco. Pide el balón y fusila a Pontiroli. ¡Golazo!
El torneo Apertura de 1995, Vélez también lo ganó cómodamente, a 6 puntos de diferencia de Racing, que salió segundo.
¡Campeón de América!
En 1994, Vélez Sarsfield arrasó en la Copa Libertadores de América. Salió airoso en el grupo de la muerte integrado por Boca Juniors, el Palmeiras de Roberto Carlos y el Cruzeiro de Ronaldo. Clasificó primero.
En octavos dejó en el camino al Defensor de Uruguay tras dramática definición por penales, donde, por cierto, anotó Chilavert y detuvo los disparos de Almada y De los Santos. Menos problemas tuvo en cuartos de final ante el Minervén de Venezuela.
En semifinales, Vélez afrontó verdaderas batallas ante Junior de Colombia y otra vez ganó por penales. Nuevamente, "Chila" fue héroe atajando y convirtiendo en la ruleta desde los 12 pasos. Ronald Valderrama falló frente al paraguayo.
El rival de la gran final fue el Sao Paulo, que pretendía reeditar éxitos anteriores. En Liniers ganaron los locales con gol de Asad. En Brasil, Muller anotó el único tanto y por ello fueron a penales. José Luis Chilavert no se amilanó ante los gritos y la parcialidad del Morumbi. Fusilo a su colega Zetti y barajó el remate de Palinha. Las manos de "Chila" hicieron el milagro. Gracias a él, Vélez recuperó la condición de grande.
La cima del cielo
La figura de Chilavert seguía creciendo. En la helada noche japonesa del 4 de diciembre del '94, el portero paraguayo entregaba su valla invicta ante el poderoso AC Milán y el Vélez Sarsfield se consagraba campeón mundial de clubes.
Chilavert arrancó el partido acariciándole la cabeza al zaguero Desailly como diciendo: "Déjame, que trae suerte". Y Trotta, que se comió a Boban. Pompei, que le hizo un nudo a Albertini y el "Turu" Flores provocando el penal que Trotta convirtió en el 1-0 a los 50'. Siete minutos después, Asad se escapa y fusila a Rossi para marcar el 2-0.
AC Milan buscó con Savicevic y Donadoni, pero "Chila" ponía cara de ogro y les gritaba: "Aquí mando yo". Y así aconteció la historia hasta que el juez colombiano José Torres marcó el final.
Vélez tocaba la gloria. El "Turco" Asad lloraba como un chico, sentado en la pista de atletismo del Nacional de Tokio, acurrucado a la Copa. Chilavert, gigante, aplaudía a las tribunas sorprendidas. Ninguno de sus compañeros quería dejar por nada del mundo la cancha que los había consagrado como los mejores del mundo.
Pero él, Carlos Bianchi, los pelos más al viento que nunca, la camisa celeste hecha puré, la corbata anudada en el hombro, la voz cada vez más finita y gastada. Temblaba de emoción. Los besó con energía, uno a uno, cuando ingresaron al vestuario. Después los reunió, y se abrazaron todos con la Copa llena de champagne en el centro. Y él les grito tan fuerte como pudo: "¿Vieron, carajo? ¿Vieron que se podía? Claro que se podía. No somos menos que nadie. Somos los mejores. Somos los campeones del mundo".
En Buenos Aires, miles de fanáticos dieron recibimiento a sus héroes en el aeropuerto de Ezeiza y Chilavert, en hombros, recibió la más grande ovación.
Y el Vélez de Bianchi seguía imparable. Al año siguiente se coronó campeón del torneo Apertura 1995.
¿Y el Mundial?
José Luis Chilavert gozaba con los triunfos en Vélez, pero sabía que tenía una asignatura pendiente. Nunca había jugado un Mundial.
En 1989 disputó las eliminatorias para Italia '90, pero Colombia lo sacó del camino, a pesar de aquel recordado triunfo 2-1 en Asunción, donde anotó el primer gol de su carrera, derrotando nada menos que a René Higuita, el primer portero en ejecutar remates a balón parado.
En 1993 afrontó su segunda eliminatoria y como hacía 4 años, hizo noticia dentro y fuera de la cancha. En Buenos Aires atajó de todo ante Argentina y aguantó el 0-0. Se peleó con Oscar Ruggieri y se cogió los genitales cuando el público empezó a corear el nombre del zaguero argentino. Después, amenazó a los dirigentes de la Liga Paraguaya: "No voy a jugar en la selección porque es un caos. Me cansé de la desorganización. El día que las cosas se armen en serio, volvemos a hablar...".
Volvió, sin embargo, y ante Perú, en Asunción, vio caer vencida su valla por un penal convertido por Del Solar, pues le aplicó un terrible puntapié en el área al delantero Baroni. Esa misma tarde se vengó anotándole a Miranda desde los 12 pasos para sellar la victoria de 2-1.
Paraguay estuvo a un paso de acceder a la clasificación, pero un amargo empate 2-2 ante Perú en Lima les quitó la posibilidad de clasificar al repechaje. En simultáneo, Colombia humillaba a Argentina por 5-0 y un triunfo ante el débil equipo incaico hubiera alcanzado.
No hay mal que por bien no venga, pensó Chilavert. Se cayó lo de River, pero llegó la oferta del Real Zaragoza de España a mediados de 1988. La ilusión de llegar a Europa pronto se le cumplía, pero no todo fue color de rosa.
En el equipo "maño" jugó 79 partidos, pero nunca pudo adaptarse. Al no tener cabida en el equipo debió retornar. Vélez Sarsfield lo esperaba con los brazos abiertos.
Los que pensaron ver a un Chilavert derrumbado se equivocaron. Retorno a Buenos Aires en 1991 y dijo resuelto: "Vengo a salir campeón con Vélez".
Fue la primera vez que al paraguayo le dijeron "bocón". Y es que habían pasado tantos años desde ese único título de Vélez, en 1968, tantos técnicos, tantos jugadores y tantos dirigentes...
Ese año, además, atajó en la selección de su país en la Copa América de Chile y fue eliminado por Argentina en semifinales.
En 1992, bajo la conducción técnica de Eduardo Manera, fue subcampeón del torneo Clausura y se consagró campeón de la liguilla pre-Libertadores, pero luego el sueño de jugar la Copa Libertadores se vio frustrado al perder 1-0 con Newell's.
Con la llegada de Carlos Bianchi, en 1993, Vélez ganó una seguidilla de títulos donde Chilavert fue una de las principales figuras, no sólo por sus atajadas decisivas, sino también por sus goles.
A partir de Chilavert, Bianchi armó una fuerte escuadra, con figuras de la talla de Trotta, Zandoná, Pellegrini, Bassedas, "Turco" Assad, José Basualdo, Husain y Posse. Toda la sabiduría del "Virrey" se puso de manifiesto en aquel equipo. Quería guerreros incansables y la mística empezaba desde el arco, donde el número uno empujaba a su equipo hacia el otro extremo.
En Vélez, convirtió su primer gol en agosto de 1993, de penal, a Estudiantes. Y su primera anotación de tiro libre ocurrió en febrero del '94. Faltaba un minuto para que acabe el cotejo ante Deportivo Español. Todo estaba 0-0. De pronto, falta cerca del área rival. Chilavert corre de arco a arco. Pide el balón y fusila a Pontiroli. ¡Golazo!
El torneo Apertura de 1995, Vélez también lo ganó cómodamente, a 6 puntos de diferencia de Racing, que salió segundo.
¡Campeón de América!
En 1994, Vélez Sarsfield arrasó en la Copa Libertadores de América. Salió airoso en el grupo de la muerte integrado por Boca Juniors, el Palmeiras de Roberto Carlos y el Cruzeiro de Ronaldo. Clasificó primero.
En octavos dejó en el camino al Defensor de Uruguay tras dramática definición por penales, donde, por cierto, anotó Chilavert y detuvo los disparos de Almada y De los Santos. Menos problemas tuvo en cuartos de final ante el Minervén de Venezuela.
En semifinales, Vélez afrontó verdaderas batallas ante Junior de Colombia y otra vez ganó por penales. Nuevamente, "Chila" fue héroe atajando y convirtiendo en la ruleta desde los 12 pasos. Ronald Valderrama falló frente al paraguayo.
El rival de la gran final fue el Sao Paulo, que pretendía reeditar éxitos anteriores. En Liniers ganaron los locales con gol de Asad. En Brasil, Muller anotó el único tanto y por ello fueron a penales. José Luis Chilavert no se amilanó ante los gritos y la parcialidad del Morumbi. Fusilo a su colega Zetti y barajó el remate de Palinha. Las manos de "Chila" hicieron el milagro. Gracias a él, Vélez recuperó la condición de grande.
La cima del cielo
La figura de Chilavert seguía creciendo. En la helada noche japonesa del 4 de diciembre del '94, el portero paraguayo entregaba su valla invicta ante el poderoso AC Milán y el Vélez Sarsfield se consagraba campeón mundial de clubes.
Chilavert arrancó el partido acariciándole la cabeza al zaguero Desailly como diciendo: "Déjame, que trae suerte". Y Trotta, que se comió a Boban. Pompei, que le hizo un nudo a Albertini y el "Turu" Flores provocando el penal que Trotta convirtió en el 1-0 a los 50'. Siete minutos después, Asad se escapa y fusila a Rossi para marcar el 2-0.
AC Milan buscó con Savicevic y Donadoni, pero "Chila" ponía cara de ogro y les gritaba: "Aquí mando yo". Y así aconteció la historia hasta que el juez colombiano José Torres marcó el final.
Vélez tocaba la gloria. El "Turco" Asad lloraba como un chico, sentado en la pista de atletismo del Nacional de Tokio, acurrucado a la Copa. Chilavert, gigante, aplaudía a las tribunas sorprendidas. Ninguno de sus compañeros quería dejar por nada del mundo la cancha que los había consagrado como los mejores del mundo.
Pero él, Carlos Bianchi, los pelos más al viento que nunca, la camisa celeste hecha puré, la corbata anudada en el hombro, la voz cada vez más finita y gastada. Temblaba de emoción. Los besó con energía, uno a uno, cuando ingresaron al vestuario. Después los reunió, y se abrazaron todos con la Copa llena de champagne en el centro. Y él les grito tan fuerte como pudo: "¿Vieron, carajo? ¿Vieron que se podía? Claro que se podía. No somos menos que nadie. Somos los mejores. Somos los campeones del mundo".
En Buenos Aires, miles de fanáticos dieron recibimiento a sus héroes en el aeropuerto de Ezeiza y Chilavert, en hombros, recibió la más grande ovación.
Y el Vélez de Bianchi seguía imparable. Al año siguiente se coronó campeón del torneo Apertura 1995.
¿Y el Mundial?
José Luis Chilavert gozaba con los triunfos en Vélez, pero sabía que tenía una asignatura pendiente. Nunca había jugado un Mundial.
En 1989 disputó las eliminatorias para Italia '90, pero Colombia lo sacó del camino, a pesar de aquel recordado triunfo 2-1 en Asunción, donde anotó el primer gol de su carrera, derrotando nada menos que a René Higuita, el primer portero en ejecutar remates a balón parado.
En 1993 afrontó su segunda eliminatoria y como hacía 4 años, hizo noticia dentro y fuera de la cancha. En Buenos Aires atajó de todo ante Argentina y aguantó el 0-0. Se peleó con Oscar Ruggieri y se cogió los genitales cuando el público empezó a corear el nombre del zaguero argentino. Después, amenazó a los dirigentes de la Liga Paraguaya: "No voy a jugar en la selección porque es un caos. Me cansé de la desorganización. El día que las cosas se armen en serio, volvemos a hablar...".
Volvió, sin embargo, y ante Perú, en Asunción, vio caer vencida su valla por un penal convertido por Del Solar, pues le aplicó un terrible puntapié en el área al delantero Baroni. Esa misma tarde se vengó anotándole a Miranda desde los 12 pasos para sellar la victoria de 2-1.
Paraguay estuvo a un paso de acceder a la clasificación, pero un amargo empate 2-2 ante Perú en Lima les quitó la posibilidad de clasificar al repechaje. En simultáneo, Colombia humillaba a Argentina por 5-0 y un triunfo ante el débil equipo incaico hubiera alcanzado.